lunes, 23 de mayo de 2011

-. Lluvia .-

“La lluvia continuaba. Era una lluvia dura, una lluvia constante, una lluvia minuciosa y opresiva. Era un chisporroteo, una catarata, un latigazo en los ojos, una resaca en los tobillos. Era una lluvia que ahogaba todas las lluvias, y hasta el recuerdo de las otras lluvias. Caía a golpes, en toneladas; entraba como hachazos en la selva y seccionaba los árboles y cortaba las hierbas y horadaba los suelos y deshacía las zarzas. Encogía las manos de los hombres hasta convertirlas en arrugadas manos de mono. Era una lluvia sólida y vidriosa, y no dejaba de caer”.
Así empieza el cuento “La Lluvia” que Bradbury publicó en “El hombre ilustrado”, debo reconocer que el género literario no conciliaba con mis intereses pero me ha sorprendido.
A Bradbury (como a muchos autores) uno lo puede interpretar desde el punto de vista superficial, con lo que muchas veces se quedará disconforme por la ambigüedad o sus finales abiertos, o buscar en la trama un significado metafórico.
Como me gusta complicarme la cabeza elijo la segunda alternativa.
Casi se podría decir que el enemigo de los protagonistas es la implacable lluvia venusiana, que no los deja dormir, les dificulta avanzar, los confunde, clarea sus pieles y todo lo que está alrededor y poco a poco los lleva a la locura.
Los protagonistas van en búsqueda de una cúpula solar después de la colisión de su nave, ésta, es una habitación construida por los humanos en Venus para protegerse de la inclemencia del tiempo. A medida que la trama avanza se van acercando pero muchas veces ven frustrados sus intentos.
Mientras leía el relato pensaba en el simbolismo de esa lluvia, puede ser como las circunstancias que vivimos y nos agobian, nos quitan las fuerzas y producen en nosotros necesidad de descanso y paz.
Todos los humanos vivimos debajo de la lluvia, buscamos con todas nuestras  fuerzas hallar una cúpula solar que nos deje descansar un rato, tomar sol, secarnos, hallar alimento y recobrar fuerzas. Necesitamos paz, nos cansamos de andar por el mundo disfrutando momentos de felicidad efímeros para encontrar nuevamente a la salida la aquerosa tormenta.
Esa búsqueda de paz puede serte inconsciente muchas veces y otras no, probablemente te ha llevado a lugares erróneos, a cúpulas solares vacías o destruidas que no tenían lo que te prometieron o creías te brindarían.
Finalmente muchos se cansan, la lluvia los abruma, se vuelven locos, se suicidan o quedan simplemente tirados esperando un desenlace fatal, pero están lo que insisten, buscan y finalmente la encuentran, llegan a la cúpula y disfrutan el calor, la luz, el descanso, la provisión. En ella encuentran a otros que también han pasado por esa búsqueda y con quienes pueden compartir su vida y experiencia.


Quienes hemos conocido a Dios y hemos experimentado su gracia y misericordia sabemos que hemos hallado la cúpula,  que aunque afuera llueva y la tormenta se insinúe estamos en lugar seguro y como dice el salmista: “Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío” porque “Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad. No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la pestilencia que anda en tinieblas, ni la destrucción que hace estragos en medio del día”.


Quizá algunos de ustedes aún estén buscando, puede que haga mucho tiempo o que recién se haya hecho consciente. No te puedo prometer que en Dios vas a ser rico, dejarás de tener problemas, tu familia va a ser perfecta, conocerás al amor de tu vida u obtendrás el premio nobel de la paz, pero sí te puedo asegurar que vas a hallar paz, descanso, seguridad y que tu perspectiva hacia la vida y las circunstancias va a ser cambiada y tus fuerzas renovadas.


Sin duda Dios ama a todos los seres humanos y quiere que hallen en Él todo lo que necesitan pero eso requiere compromiso, porque la iniciativa en la reconciliación la tuvo Dios cuando envió a Jesucristo. Es necesario que el hombre reconozca que necesita a Dios, que se sepa impotente, se dé cuenta que en la búsqueda de la satisfacción ha errado muchas veces el camino y ha pecado, y, que además de todo esto, esté dispuesto a dejarlo todo atrás para encontrar verdadera paz y empezar una nueva vida.
Hoy podés dejar la tormenta y hallar la paz, Dios te espera con los brazos abiertos para que en Él halles descanso, pero la decisión es tuya…

Si hay algo en que te puedo ayudar escribime a daianaavondet@hotmail.com

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