Se necesitaban dos, no quedamos en encontrarnos, simplemente pasó. Creo que no dijimos nada, simplemente nos miramos, sonreímos, nos acercamos.
Sentí una fuerte presión placentera en mi pecho, firme, fuerte y generaba un intenso calor interior que es inexplicable con palabras.
El entrecruzamiento que duró unos segundos, lo suficiente como para renovar mis fuerzas que en las últimas semanas parecían haber decaído.
Seguimos sin decir nada. Las lágrimas empezaron a caer por mi cara sin razón alguna. Me miró, me sonrió nuevamente y otra vez sentí esa presión en mi pecho.
...A veces no se necesita decir nada...
1 comentario:
una mirada vale más que mil palabras... muy lindo Dai!! Besitosss
Publicar un comentario