viernes, 21 de mayo de 2010

...de pasada

Todas las mañanas la veía pasar, por lo general era a eso de las siete de la mañana cuando el sol ya iluminaba y calentaba la sillita apoyada en la pared, y los diarios que se amontonaban en el piso con el fin de ser vendidos. Mucho tiempo antes había unido cada una de las secciones del diario para entregarlas en el orden en que correspondían.
En realidad nunca se dijeron nada, simplemente cruzaban miradas. Un poco por a media cara en las mañanas esas de invierno en que el sol todavía no iluminaba la sillita, ni las calles. En estos días mas que miradas era un intercambio de vaharadas de vapor saliendo de las bufandas o los cuellos altos.
Él, siempre llevaba una gorra amarilla, ella; ella a veces un gorro de lana tejido por alguien.
Siempre parecía apurada y muchas veces se preguntó por qué, cuál era el motivo por el que siempre corría y esperaba ansiosamente la luz verde del semáforo o que nadie viniera para cruzar. A veces llevaba una mochila que parecía sumamente pesada, otras, un morral, y pocas veces nada.
Alguna vez le pareció identificar entre tanto atuendo un guardapolvos blanco; quizá era maestra, o estaba en la escuela, o era estudiante de la facultad. Pero qué sabía el, eran tantas las posibilidades.
Se puso a pensar que hacía ya muchos años que la veía y que otras veces no caminaba, sino que en bicicleta cruzaba con osadía las calles de la ciudad.
En fin, no podía decir mucho de una desconocida; quizá ella nunca se había percatado de él, o quizá él nunca se había percatado de ella y esta historia solo estaba en su imaginario.

...al canillita de 4 y 44...

domingo, 16 de mayo de 2010

Tu misericordia, oh SEÑOR, se extiende hasta los cielos, tu fidelidad, hasta el firmamento.

Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios son como profundo abismo.

Tú preservas, oh SEÑOR, al hombre y al animal.

¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu misericordia!

Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de tus alas.

Se sacian de la abundancia de tu casa, y les das a beber del río de tus delicias.

Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz vemos la luz.

Salmo 36:5-9

domingo, 9 de mayo de 2010

Autolisis

Se sentía egodistónico. El yo con el que habia podido convivir desde hace años se volvía ahora insoportable.
Por años sintió que el mundo se volvía en contra de el, que todo era un complot para volverlo un ser sombrío e infeliz.
Siempre se planteó si sus amigos y familiares lo aceptaban como era, si realmente ese sentimiento era sincero. Dudaba de sus muestras de afecto, de las promesas de confidencialidad; claro que esto, era consecuencia de que muchas veces había sido defraudado por quienes creía eran sus mas "íntimos".
Hace un tiempo esto cambió. Ese descontento con "los otros" se volvió en disconformidad consigo mismo. Se dió cuenta de sus deseos egoístas de ser notado, se abrió a la perspectiva de que quizá él y solo él, era el culpable de como lo miraban los otros.
La tarea introspectiva que había emprendido le mostraba cada vez con mayor profundidad quien era. Sus defectos eran insoportables, le dolían en el cuerpo. Su vida ahora sí que era sombria; pero no por causa de los otros, sino por causa de su propia persona. Mas de una vez pensó en terminar con este sufrimiento que lo agobiaba, que no lo dejaba respirar, pero sus fuerzas eran nulas para llevar a cabo tal acción.
El levantarse a la mañana constituía el peor de los desafios. La preocupación, la culpa de ser causa del sufrimiento de otros lo invadían. Por las tardes podía estar horas frente a la ventana pensando en quién sabe que cosa. El trabajo lo hacía por inercia y porque necesitaba del dinero para poder sobrevivir.
El sin sentido de su vida ya había colmado todas las áreas. No podía disfrutar de un paisaje, de una película; todo era insoportable, oscuro, tremendamente aburrido.
Ahí, sentado en su silla, enfrente de la ventana que daba al mar, una vez más se planteó poner fin a tanto sufrimiento. ¿Cuál sería la mejor forma? ¿Alguien realmente extrañaría su ausencia?. Se colocó el sweter, la bufanda y salió a la calle.
Caminó sin rumbo pero con un objetivo casi firme de consumar el acto suicida.Solo había un puente en la ciudad y no era demasiado alto, las vías del tren no le daban toda la seguridad de victoria, la catedral de la ciudad estaba muy visitada, pastillas no tenía. Recordó el arma que su padre tenía en la casa y entonces en una visita no programada la buscó.
Con el arma en el bolsillo caminó hasta la salida de la ciudad. Ya en el medio del campo nadie se daría cuenta de lo que estaba por suceder.
Tomo firmemente el arma, la colocó en donde se suele ver en las películas que la gente la pone, y cuando estaba ahi, en ese instante entre el disparo y la muerte sintió que el tiempo se detenía.
El arma nunca se disparó, fueron varios los intentos, pero las balas, que por cierto estaban colocadas correctamente, nunca salieron. Probó disparar en otra dirección; sintió la sensación de contragolpe en su mano, y vió como las cortezas de un arbol cercano se desprendían por el aire. Una vez mas, apuntó a la cabeza y la bala no salió.
Una nueva decepción se podía sumar a su vida, ya que ni siquiera podía consumar el acto de suicidio.
Como de la nada apareció un hombre. Le dió vergüenza ser encontrado en semejante situación.
El hombre se acercó y lo abrazó. Al instante sintió en su cuerpo un calor que lo quemaba pero que era sumamente placentero, se dió cuenta que todas esas ideas que parecían tan racionales para él ahora se volvían nada. El hombre lo seguía abrazando.
Nunca había sentido una sensación como esta, nunca había experimentado el recobrar la esperanza de estar vivo, nunca, como ahora, había encontrado sentido a la vida.
Cuando el hombre lo soltó, lo miró con decepción, no creía poder seguir viviendo sin ese calor. El hombre también lo miró, le sonrió y le dijo que él quería dar sentido a su vida, que podía sanar sus heridas, era capáz de amarlo sin decepcionarlo, de ayudarlo a caminar aún cuando por delante todo parezca oscuridad. Tambien le prometió un futuro eterno en un maravilloso lugar lejos del sufrimiento terrenal. Solo una condición, debía creer en él y aceptar su regalo.
Mientras nuestro protagonista se quedo pensando en esas palabras el hombre se empezó a alejar. No era tiempo de titubear, debía tomar una decisión. Entonces gritó: ¿Quién sos?
El hombre se dió vuelta, lo miró, le sonrió nuevamente y le dijo: - Jesús

Desesperado y corriendo hacia el que ahora había dejado de ser un extraño gritó:
-¡Jesús!, esperame que voy con vos

domingo, 2 de mayo de 2010

¡Ufa!

Sería bueno hacer un porcentaje de las expresiones de agrado y desagrado durante nuestro día solo para notar que la queja ocupa un lugar importante del mismo.
Es un síntoma desagradable que nos deja una sensación de disgusto, de disconformidad, por una situación vivida o por vivir. La queja nos predispone mal a nuevas situaciones y no nos permite disfrutar de las mismas.
Es tambien un termómetro que mide nuestra madurez, la capacidad de caminar mirando las cosas buenas que hemos recibido y reconocer que aún las situaciones que nos desagradan son una oportunidad de crecimiento.
La queja hace perder tiempo. Nos focalizamos tanto en las cosas que nos molestan que no podemos disfrutar de otras buenas que están pasando en simultáneo. Maquinamos un montón de tiempo como podemos expresar nuestro descontento de la mejor manera en vez de ayudar a construir algo mejor.
La queja puede ser entonces desencadenada por situaciones que nos tocan vivir, personales, o hacia lo que terceros hacen. En este último caso y pensando en la familia cristiana solemos quejarnos de lo que con esfuerzo otros llevan a cabo. Tengo la creencia de que la mayoría de las veces cuando nos quejamos no estamos realmente involucrados con las actividades. Los amos de la queja son aquellos que no sirven, que no se involucran; y lo peor de esa actitud es que edifica sino que traslada el descontento hacia otros hermanos.

"dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús"

Cuando tengo la tentación de quejarme tengo que parar mi pensamiento en esa dirección y decir. ¿esta persona hace lo que hace para servir a Dios? si me molesta ¿cómo puedo hacer para decirlo y ser de edificación?.
En mi vida ¿qué situaciones me producen descontento y queja? ¿cómo puede Dios estar usando esas circunstancias?