He descubierto que el escenario no es lo suficientemente grande. Simplemente me gustaría poder descender la escaleras, sentarme en el lugar del público, y observar la consecusión de escenas en mi ausencia.
¡No me miren más! el palco, las plateas, hasta los pasillos llenos de ojos clavados sobre mi, persiguen cada paso, cada movimiento. Mi intimidad es nula y hasta la han invadido siendo alguna vez personajes de reparto.
Si hubiese un lugar solitario donde refugiarse, pero aún debajo de la cama y en sueños puedo sentirlos. Llegan a ser un dolor opresivo en mi pecho que quita la respiración.
Si tuviera que escribir una biografía de mi vida podría decir que desde la infancia todo fue muy difícil, mis padres, ocultos tras una fachada protectora y amorosa, maquinaban tras las paredes de mi cuarto la estrategia para deshacerse de mi. Sin embargo nunca les di la posibilidad de reproche, fui un hijo ejemplar.
En la universidad me desligué de ellos pensando iba a encontrar en mis colegas la "normalidad" que anhelaba, para descubrir con decepción en cada una de las personas con que me rodee, no solo el deseo de inmiscuirse en los asuntos de los demás, sino tambien, actitudes malévolas y destructivas entre ellos, o mas específicamente, orientadas a mi.
En el mediano trayecto que he recorrido nunca pude confiar en los médicos. Detrás de esas fachadas seguras y esos guardapolvos blancos y estetocopios colgados al cuello, se esconde una ignorancia que atemoriza. Esperás encontrarte con psíquicos que logran dar con la tecla a los problemas mas profundos, pero en vez de eso, es otro insignificante ser humano que te hace mil preguntas. Después te revisa por acá, por allá, te pide un montón de estudios, y, finalmente, te da un tratamiento que probablemente produzca mas daños que beneficios.
Como conclusión, el no haber encontrado nadie de confianza en el sin numero de personajes que han pasado por este escenario, me deja con el gusto amargo de creer que no puedo compartirlo con nadie. Igual, estoy demasiado ocupado escapando de los que amenazan constantemente mi vida como para dedicar tiempo a alguien, y quizá, hasta tener que protejerlo.
Ustedes me siguen mirando y no se que hacer. No hay lugares donde correr, podría hacerlo tras los telones pero tarde o temprano tendría que salir nuevamente y los encontraría ahí, estáticos, una vez más, observando.
Si cerrando y abriendo mis ojos todos desaparecieran, si con el pensamiento pudiera exterminarlos a todos para no sentir mas sobre mi una humanidad que me observa. Si pudiera escapar por la puerta del frente del teatro y no volver mas todo sería sencillo, o tolerable.
Parece que no hay remedio; la función debe continuar. Tendré que tomar coraje y seguir fingiendo lo que ustedes llaman "normalidad".
Ahora, y frente a ustedes, me voy a levantar, cambiar, desayunar, y como cada mañana, tomaré el micro hasta el consultorio, para en un acto que pareciera ser altruista propiciar tratamiento psiquiátrico a aquellos que desean adaptarse al subjetivo y mundanal concepto de "normalidad".
Hacerlos aceptables a aquellos que no han entendido que todos estamos un poco locos.
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