lunes, 2 de agosto de 2010

...sogas tensas...

Los que me conocen saben que soy una molesta analista de relaciones. Al haber experimentado decepción en muchas de ellas me he tornado observadora y jueza de las personas, lo cual no quiere decir que esté bien.

Una frase que se me vino a la cabeza mientras pensaba en el comportamiento de los humanos en las relaciones fue "aborrecer el pecado y no el pecador".
Con este texto solo pretendo hacer una subjetiva observación sobre el comportamiento humano.
Me produce impotencia ver ciertas relaciones y las conductas de los individuos que las integran. En un intento egoísta los integrantes de la relación tratan de empujarla hacia la satisfacción de sus propias necesidades; buscan a través del otro llenar un vacío que con otras cosas no han logrado llenar. Hasta los que dicen ser sumamente altruistas buscan en sus observadores la aprobación y recompensa.
Mas tristeza me genera verme envuelta en ese tipo de relaciones, tanto víctima como victimaria.
Relación implica reciprocidad. Amar, requiere renunciar a mi y mis intereses poniendo primeramente los del otro. Recordemos que el segundo gran mandamiento no es "Te amarás y procurarás tu bien sobre todas las cosas", sino, "amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Obviamente, es mas natural el amor a nosotros mismos que hacia los otros. No nos cuesta tanto amar nuestras imperfecciones como amar a otro con sus imperfecciones, y fácilmente podemos caer en procurar cambiar sus errores, o desear, erróneamente, que se parezca mas a nosotros para que nos sea mas amable.
Las relaciones se tornan superficiales porque por no entrar en disputas, o no abrir el corazón, dejamos de hablar de las cosas que realmente importan. Nos alienamos; consideramos riesgoso mostrarnos vulnerables y finalmente desistimos de compartirnos refugiándonos tras una careta de felicidad y superación.

Se que en estas observaciones se puede caer fácilmente en pensar en personas y juzgarlas por eso digo que lo molesto y despreciable no somos nosotros pecadores sino el egoísmo al que le damos lugar en nuestras vidas. Somos a veces incapaces de darnos cuenta las intenciones que mueven nuestros actos, pero otras, siendo concientes, le damos de comer a ese "gran monstruo".
No hay relaciones perfectas pero sí las hay mas sanas que otras. Deseo crecer en mi capacidad de relacionarme con otros, aprender a amar y dejarme amar, compartir y glorificar a aquel que me dió la posibilidad de conocer y disfrutar de personas tan diferentes a mi.

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