domingo, 31 de enero de 2010

La valentía de los que huyen

Vivir haciéndo lo que está bien muchas veces implica aprender a correr, "todo me es lícito pero no todo me conviene" resuena muchas veces en nuestras cabeza cuando una tentación nos ataca de frente, de atrás y de costado. Diversas situaciones nos abruman, no sabemos que decidir, como responder ante la presión.

Ayer pensaba en lo valioso que es el tesoro del evangelio, lo valioso que es el reino de Dios como para desperdiciarlo en un leve placer carnal, temporal y que nos va a dejar con hambre y sed de más, de otra cosa (2 Corintios 4:18).
Pocas veces es resaltada la valentía de los corren porque correr implica alejarse de lo que nos está siendo oportunidad de caer y no de enfrentarlo. Siempre escuchamos que debemos resistir a la tentación, pero resistir no nos suena como sinónimo a correr.
La biblia cuenta acerca de un jóven llamado José, uno de los hijos de Jacob, que había sido vendido por sus hermanos a mercaderes y fue llevado a Egipto, allí fue comprado por un capitán de la guardia del Faraón y sucede lo que voy a comentar a continuación.
Esta historia está en génesis 39. José, un jóven que era de muy buen parecer empieza a trabajar para este hombre del ejército y todo lo que hace como siervo prospera a su señor, tanto, que él confía a José todas sus posesiones para que las administre.
El problema surge cuando la esposa de este hombre se fija en él y le pide tener relaciones sexuales (v.7). José le explica la situación y sus responsabilidades frente al amo pero ella una y otra vez sigue insistiendo, hasta que un día en que no había nadie en la casa lo toma de sus ropas y le pide nuevamente que se acueste con ella. El versículo 12 dice "mas él le dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera".
He escuchado algunos comentarios de personas tales como "no aguantaba nada" y "la mujer debía ser fea" pero yo creo todo lo contrario. José estaba siendo tentado por una linda egipcia, creo que tenía que lidiar cada día con tomar la decisión correcta de seguir agradando a Dios y a su patrón o ceder a un deseo la carne. No era un flojo, en versículo 10 dice que ella "insistía a José día tras día", lo perseguía, lo acosaba pero el no cedió.
Un día ella se lanza sobre él para obtener lo que tanto quería y la respuesta de José es salir corriendo, y no creo que haya por cobardía sino que conocía sus límites, sabía hasta que punto podía ser presionado sin caer. Mientras ella lo sostenía sus palabras no hubiesen bastado, probablemente si no corría la historia contaría otra cosa.
No sé si nos vemos envueltos en situaciones como esta, pero sí somos tentados, sí tenemos que decidir muchas veces cómo resistir y pasar la tentación y déjenme decir que huir no me parece un signo de cobardía. Muchas veces las palabras y argumentos racionales se acaban, estamos al borde del precipicio y podemos dejarnos caer para luego arrepentirnos o elegir darnos vuelta y correr en la dirección opuesta aunque se nos tilde de cobardes.
Debemos resistir, pero también debemos saber que resistir significa saber cuándo es el momento de salir corriendo.
"No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados mas allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la via de escape a fin de que podáis resistirla" (1 Co. 10:13)
Las tentaciones no son puestas por Dios, en Santiago 1:14 dice que somos tentados cuando somos llevados y seducidos por nuestras propias pasiones, cuando en nuestra mente y corazón damos lugar a ideas, emociones, pensamientos que son contrarios a la voluntad de Dios para nuestra vida. La batalla en la mente es dura, compleja, pero siempre hay una salida y una oportunidad de optar por lo correcto.
Probablemente en nuestra inmadurez algunas batallas las hemos perdido, una que otra vez hemos cedido a la tentación pero tenemos un Dios poderoso para restaurarnos y darnos nuevas fuerzas para seguir adelante.
Creo que la madurez de un cristiano no es intentar ser estatuas inmóvibles sino enfrentar la tentación, resistir en cuánto sea posible y saber cuando salir corriendo.

Muchas bendiciones

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